El miércoles, 4 de enero de este año que ha empezado, se cumplirán veinte años desde que uno de los mayores genios de la música rock, Philip Parris Lynott, nos dejara a sus treinta y seis años, debido a sus problemas con las drogas. Ese día, como he dicho antes, el mundo perdió a uno de los mayores compositores y artistas de la historia de este género. Adelantado a su tiempo, (fue uno de los primeros músicos de hard rock que vislumbró que este género se podría fusionar con otros estilos como el funk), con una habilidad muy especial para crear auténticas poesías en sus canciones, y contar historias de perdedores y mujeres guapas, no sabemos qué hubiera hecho en la música, de seguir vivo, pero lo que está claro es que su música y sus canciones con Thin Lizzy, nos acompañarán siempre. Quizás para el gran público, esta banda y su líder, nunca tuvieran el reconocimiento masivo de otros artistas. Siempre les acompañó, de cara al gran público y a los críticos el estigma de ser una banda de heavy metal, etiqueta que se les quedaba muy, pero que muy corta, pero que a bandas como ésta, les hacía mucho daño, de cara al reconocimiento general. Pero eso qué importa. Thin Lizzy, a veces es un bonito secreto guardado celosamente por sus fans, y se sabe que el talento de Lynott era, y es, admirado y respetado por montones de músicos del más diverso pelaje. Gente tan dispar como Mark Knopfler, U2, Van Morrison, Bob Dylan, Springsteen, Deff Leppard, Metallica, Mother Superior, Supersuckers, Henry Rollins, Bon Jovi, Europe, Motorhead, Lynyrd Skynyrd y muchos otros, siempre que han tenido ocasión, han mostrado su respeto y admiración hacia la figura de este hombre y su música. Y ciertamente, aunque su música nos acompañe siempre, se echa de menos una banda como Lizzy, y a un músico como Lynott. Por eso, ahí va mi homenaje hacia el líder del mayor tesoro musical de Irlanda. Estés donde estés, gracias por habernos dado esta música.
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