5/18/2007

¡QUIÉN DIJO QUE EL ROCK ES PARA LOS JOVENCITOS!


Ayer vivimos otra noche apoteósica, de la mano de los Who, en el Palacio de los Deportes. La verdad es que me gustó más la anterior visita, pero ésta, también tuvo sus momentos emotivos y grandiosos. Un concierto que despega con un magistral "I' Can't Explain" y sigue con otra no menos magnífica "The Seeker", no puede ser otra cosa, si el grupo que lo interpreta son sus artífices, increíblemente en buenísima forma, ante un público entregado al 100%, que una fiesta de celebración de la grandeza de esta banda y el rock&roll. Roger Daltrey cantó de manera extraordinaria, demostrando que no sólo se conserva bien físicamente, sino también en sus facultades. No sé cómo coño lo hace, debe dormir dentro de un frasco de formol, o algo así. Pete Townshend, nos deleitó a todos los presentes, con esos riffs tan matadores y característicos de la banda, su hermano pequeño, Simon, le cubrió las espaldas a la perfección, con la otra guitarra, Pino Palladino, aun sin conseguir hacer olvidar a John Entwistle, cumplió de sobra con el bajo, y el hijo de Ringo, Zakk Starkey, en su dificil papel de suplir al gran Keith Moon, también hizo un gran trabajo. Hubo algún momentillo más flojo, como fue, por causas ajenas, el apagón de unos minutos, que les pilló interpretando un pletórico "Who Are You", que el público siguió cantando al principio del corte de sonido, y cuando interpretaban temas de su reciente disco, "Endless Wire", que parece ser que al público que no los ha debido escuchar desde hace años, y se quedaron en "It's Hard", no les hacía gracia. Hombre, temas como "Fragments", o "The Man In A Purple Dress", no es que sean la panacea, pero son bastante dignos, en mi opinión, y mantienen el sonido marca de la casa. Por tanto no entiendo esa reacción de muchos, de abuchearles. Estaba claro que presentaban este trabajo, y, obviamente, tenían que tocar temas del mismo. Además, la fiesta siguió con clasicazos como "Baba O' Rilley", "Behind Blue Eyes", y demás joyas, que a un servidor le hicieron sudar como hacía años que no lo hacía en un concierto. Bueno, meses, si contamos lo de Rose Tattoo. El punto más flojo, para mi gusto, la extensión innecesaria de un "My Generation", que hacía que sonase como un tema de los Doors. Pero vamos, otra noche inolvidable, de la mano de estos tíos, de los que podrían aprender muchas bandas más jóvenes.


Por cierto, los teloneros fueron los yankees Rose Hill Drive, que me sorprendieron bastante, con su hard rock de tintes psicodélicos y blueseros, en la mejor escuela de unos Blue Cheer. Bastante prometedores.


Como no estaba para hacer fotos, ya que quería ver todo lo que se cocía en el escenario, me he permitido el capricho de coger la foto de El País. Aquí mola más.


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