Hoy empezábamos el día con la tristísima noticia del fallecimiento de uno de los más grandes iconos del rock de los 90. Chris Cornell fallecía tras una actuación en Detroit, de manera inesperada, dejando un poco más huérfana a esa generación que creció con la música de Soundgarden y demás bandas de Seattle. Una de las últimas grandes voces del rock, con un enorme talento como compostitor, y un carisma a prueba de bombas, en los tiempos en los que su banda publicaba grandes obras como "Louder Than Love", "BadMotorfinger", "Superunknow" o "Down On The Upside". Ha muerto un compañero de generación, a una edad a la que no debía morir, 52 años, y dejando una esposa y dos hijas, y un referente para millones de personas que se sintieron identificadas con sus letras y canciones. Mientras estoy escuchando aquel maravilloso proyecto de Temple Of The Dog, en el que junto a Eddie Veder y el resto de los que serían Pearl Jam, se unieron para rendir tributo al cantante de la banda a la que habían pertenecido éstos, al fallecido Andrew Wood de Mother Love Bone, recuerdo la primera vez que tuve en mis manos el CD de Badmotorfinger, disco con el que les descubrí, cómo me voló la cabeza, y lo sigue haciendo, un cañonazo como "Jesus Christ Pose", o "Rusty Cage", la vez en la que Chris colaboró con otro de mis ídolos, Alice Cooper en "Stolen Prayer" y "Unholy War", temas en los que además compuso, del infravaloradísimo "The Last Temptation" de Alice, o su increíble concierto en La Peineta en el 96, con Corrosion Of conformity, y unos decepcionantes Metallica, y sigo sin creerme todavía que ya no esté con nosotros. Una gran pérdida. Afortunadamente, su legado siempre permanecerá ahí, en la música que este hombre hizo, y que formó parte de la banda sonora de toda una generación.
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